Concierto para piano n.º 3 en do menor

Op. 37

El Concierto para piano n.º 3 de Beethoven está universalmente considerado como el primer gran exponente del género en el siglo XIX, aunque existe cierto debate sobre su fecha exacta de composición, probablemente entre 1800 y 1803, el año de su estreno. Beethoven tenía la costumbre de no publicar sus conciertos para piano hasta que dejaba de tocarlos en público y el tercero no llegó a la imprenta hasta 1804. Al igual que la Sinfonía n.º 5 está escrito en do menor, una tonalidad propia del espíritu tormentoso que define su obra. La música revela una evolución considerable respecto a sus dos predecesores, tanto en los recursos expresivos como en el color emocional, con un esplendor sinfónico que anticipa las grandes partituras en tonalidad menor que llegarían en los años siguientes. Entre los dos movimientos en do menor, el “Largo” central sigue la improbable tonalidad de mi mayor con melancólica intensidad, incluso en sus líneas más elaboradas. El rondó final, de vuelta al do menor, trasmite una energía frenética que culmina en un pasaje en forma de fuga (algo entonces inédito en los conciertos para piano) antes de regresar a la tonalidad del “Largo”. Finalmente, una breve cadencia a solo anuncia la extática carrera en do menor que pone el punto final.

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