Claudio Abbado

Reservado tanto en los ensayos como ante la prensa, Claudio Abbado prefería volcar toda su energía en su forma de dirigir para transmitir a las orquestas lo que deseaba en lo que respecta a color instrumental, fraseo e interpretación. Se sentía más cómodo con las vívidas representaciones de Mussorgsky, Verdi, Prokofiev y Debussy, complementadas por la tradición sinfónica lírica de Schubert, Mendelssohn y, sobre todo, Mahler. Nacido en Milán en 1933 en el seno de una familia de músicos, decidió convertirse en director tras asistir a una representación de los Nocturnos de Debussy. Desde muy joven tuvo preferencia por obras muy coloridas. La primera ópera que dirigió en 1959 no era del repertorio italiano estándar de la época, sino la satírica y surrealista El amor de las tres naranjas, de Prokofiev. A pesar de ser una persona tímida por naturaleza, su talento musical le valió para ocupar altos cargos. Fue director principal y artístico de varias orquestas y compañías de ópera de prestigio, como la Orquesta Sinfónica de Londres, La Scala (donde defendió a compositores contemporáneos como Luigi Nono y formó a la orquesta para que dieran sus propios conciertos), la Ópera Estatal de Viena y la Filarmónica de Berlín. Además, fundó orquestas formadas por jóvenes talentos que, a su vez, crearon derivaciones como la Orquesta de Cámara de Europa y la Orquesta de Cámara Mahler. Murió en 2014, dejando tras de sí un rico legado de grabaciones y músicos de orquesta de élite.