Cuarteto de cuerdas n.º 13 en si bemol mayor

Op. 130 · “Leibquartett”

Si hay un elemento que hace de esta pieza una elección esencial entre los cuartetos de Beethoven para muchas audiencias, ese es la “Cavatina”, el movimiento n.º 5. Se trata de una pieza de escritura profundamente introspectiva, devota, donde los instrumentos realmente se convierten casi en voces humanas, con el primer violín entregando un solo lastimero muy marcado, pero prevaleciendo una sensación de calma atemporal. Para demostrarlo hay que recordar que en 1977, una grabación de la “Cavatina” fue enviada al espacio en el programa Voyager, como ejemplo para cualquiera que pudiera estar ahí fuera, como una cima de los logros de la humanidad. Aunque toda la obra tiene la fuerza característica de su autor. Concebida en seis movimientos, los números de apertura y cierre enmarcan a los otros cuatro, alternando bailables y lentos. Escrita en 1826, cuando el compositor estaba completamente sordo y aislado en el mundo sonoro de su propia mente, ilustra el genio inconformista en sus llamados últimos cuartetos. Tal y como lo planteó originalmente, el movimiento n.º 6 era una imponente estructura de 20 minutos que funciona como obra independiente. Después de que Beethoven fuera persuadido para ello, lo reemplazó con un “Finale” más corto, más simple y menos controvertido que resultó ser lo último que completó antes de morir.

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