- SELECCIÓN EDITORIAL
- 2005 · 4 piezas · 24 min
Cuarteto de cuerdas n.º 16 en fa mayor
Beethoven compuso su último cuarteto de cuerdas Op. 135 en 1826. Normalmente se le agrupa con los otros cuatro cuartetos anteriores, escritos entre 1822 y 1826, pero ¿hasta qué punto pertenece a ellos? Es mucho más conciso y su estructura de cuatro movimientos parece bastante convencional, especialmente después de las impresionantes aventuras formales de los otros llamados “cuartetos tardíos”. No sólo eso, sino que en la apertura Beethoven recrea el genial e ingenioso estilo conversacional de los cuartetos pioneros de Haydn, los cuales parecen estar a gran distancia de los intensos diálogos interiores de los opus 127-132. Sin embargo, aquí hay profundidades de una originalidad imponente. El segundo movimiento es uno de los scherzos rítmicamente más audaces del compositor, en el que él parece deleitarse tirando una y otra vez de la alfombra sobre la que bailan nuestros pies hechizados. Después le sigue un movimiento lento que, aunque breve y de forma sencilla, ahonda en lo emocional y en su centro utiliza el silencio con un efecto devastador. Beethoven imaginó originalmente este “Lento assai” como el octavo y último movimiento de la Opus 131, pero eventualmente se dio cuenta de que necesitaba un contexto diferente. Lo que viene a continuación parece mortalmente serio: una sombría introducción lenta basada en un motivo que el alemán marcó con un “¿Debe ser así?”. Justo entonces un allegro lleno de vida irrumpe a manera de contramotivo: “¡Así debe ser!”. Vuelve la angustiosa apertura, aunque al final parece que la tragedia es una máscara tras la cual se esconde la verdad cómica, lista para brotar. Como reza una versión de las últimas palabras de Beethoven: “Aplaudan, amigos míos, la comedia terminó”.