- SELECCIÓN EDITORIAL
- 1964 · 50 piezas · 3 h 22 min
Lohengrin
Richard Wagner llamó a Lohengrin (1850) una “ópera romántica en tres actos” y es justamente eso: una conmovedora y dramática historia de caballería, amor cortés y magia negra ambientada en medio de la grandeza de la Flandes medieval. Lady Elsa de Brabant es tan pura y virtuosa como crueles son sus rivales Ortrud y Telramund. Acusada falsamente de asesinato, reza para que un héroe defienda su honor y, milagrosamente, un caballero con una armadura reluciente aparece en un bote tirado por un cisne. El bien triunfa y el amor florece, pero, como en todo buen cuento de hadas, hay un problema: Elsa nunca debe preguntar el nombre de su héroe. Wagner cuenta la historia deleitándose con las fanfarrias y el ceremonial de la corte del rey Enrique (no es casualidad que el exuberante preludio del tercer acto se haya convertido en un favorito de las salas de conciertos). Coreografía grandes escenas corales (incluido el “Coro nupcial”, el momento más famoso de la ópera) y entrega arias radiantes a Elsa y su caballero, mientras dibuja a Ortrud y Telramund con una música de poder oscuro y devastadora. Hay quienes ven a Lohengrin como un punto medio entre los primeros éxitos de Wagner y el mundo mítico del ciclo de El anillo del Nibelungo, pero su deslumbrante preludio lanza un hechizo que se cierne, como una bendición, sobre él durante toda la ópera. Aquí está en juego algo más grande: cuando Wagner da una forma vívida y dramática a las preguntas eternas de la fe, la redención, el poder y el precio del amor.