- SELECCIÓN EDITORIAL
- 2021 · 4 piezas · 35 min
Sonata para violonchelo en sol menor
Tanto el violonchelo como el piano tienen muchas oportunidades para brillar en la Sonata para violonchelo de Rachmaninoff. La música es profundamente expresiva, con las líneas melódicas del violonchelo elevándose por encima de las dinámicas texturas del piano. Para escribir la sonata, el compositor ruso se inspiró en Anatoli Brandukov, un amigo cercano y uno de los principales violonchelistas rusos de la época. Ambos estrenaron la obra en Moscú en 1901. Rachmaninoff escribió para sí mismo una parte para piano de gran virtuosismo con la que presenta la mayoría de las melodías, que luego son desarrolladas por el violonchelo. La obra comienza en silencio, con una figura ascendente en el violonchelo: el germen de la Sonata, a partir del cual crecen las melodías. El tempo se acelera y el primer movimiento es dramático y variado, con las complejas líneas de piano explorando armonías audaces bajo las largas líneas del violonchelo. El segundo movimiento es un scherzo rápido, con ritmos a menudo articulados por el violonchelo en pizzicato. El tercer movimiento, “Andante”, tiene una de las melodías más apasionadas e inspiradas de Rachmaninoff, similar en espíritu a su Concierto para piano no. 2, escrito el mismo año. El final comienza con un brillante tema estridente y predomina un ambiente alegre, especialmente en la coda, donde Rachmaninoff agrega un último estallido de virtuosismo al piano para finalizar la obra con broche de oro.