Sinfonía n.º 9 en mi menor

B 178, Op. 95 · “Del nuevo mundo”

Una carta de amor a Estados Unidos, la Sinfonía no. 9 de Dvořák es una de las obras más conocidas de la música clásica a nivel mundial, además de contar con un ADN complejo. Esta composición en mi menor fue la primera que Dvořák completó en Nueva York, donde vivió tres años y fue director del Conservatorio Nacional de Música de América. Un poco antes de su estreno con la Filarmónica de Nueva York en Carnegie Hall el 16 de diciembre de 1893, le dio el título Del Nuevo Mundo. El grado en que Dvořák fue influenciado por la cultura estadounidense ha sido debatido extensamente, lo cual subraya la complejidad de la obra. Un claro ejemplo es el segundo tema del primer movimiento, que presenta similitudes con “Swing Low, Sweet Chariot”. Quizás refleja la influencia de Harry T. Burleigh, un compositor y cantante afroamericano que Dvořák conoció en el conservatorio. En cambio, los puntos en común con la música nativa americana son menos evidentes. Dvořák declaró una vez que los dos movimientos del medio se basan en el poema de Longfellow La canción de Hiawatha, con el largo como representación de Hiawatha en la tumba de Minnehaha. El scherzo, según contó, le fue “sugerido por la escena de la fiesta en Hiawatha en la que la gente baila”. Un posible encuentro con músicos nativos americanos puede haber ocurrido cuando la tropa del Wild West Show de Buffalo Bill Cody llegó a Nueva York en primavera de 1893, con artistas de la tribu siux oglala. El cuarto movimiento resume temas presentados con anterioridad y la sinfonía entera se destaca, naturalmente, por ciertos acentos musicales propios de Checoslovaquia.

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