Cuarteto de cuerdas n.º 1
Lleno de inventiva y lirismo, el Cuarteto de cuerdas, op. 11 de Barber es conocido por su segundo movimiento, que inspiró el célebre Adagio para cuerdas. Barber empezó el cuarteto en el verano de 1936 durante una estadía con su compañero de vida, el compositor Gian Carlo Menotti, en una cabaña en las montañas de Austria. Su progreso fue lento, por lo que su estreno planeado con el Cuarteto Curtis no se llevó a cabo. Pero Barber perseveró y tres semanas más tarde declaró que el segundo movimiento estaba terminado. Eventualmente, el Cuarteto Pro Arte presentó los tres movimientos en Roma, pese a que Barber estaba descontento con el final. Por eso reelaboró el movimiento dos veces antes de publicar la obra en 1943. No se sabe con certeza si el fantasma de previos conciertos de cuerda afectó a Barber, pero su enérgico gesto de apertura evoca el Cuarteto de cuerdas no. 11, op. 95 de Beethoven. Le siguen un pasaje de naturaleza coral y un nostálgico tercer tema, aunque el corazón dramático de la obra es su segundo movimiento, basado en un motivo de tres notas que crece hasta alcanzar un apasionado clímax. Conocido como Adagio para cuerdas (1938), se convirtió rápidamente en el acompañamiento ideal para momentos de contemplación y duelo nacional.