La traviata

Corre el año 1853 y la cortesana Violetta Valéry es la estrella de París. Es inteligente e independiente y a sus deslumbrantes fiestas asiste la sociedad distinguida de moda, incluido el joven Alfredo Germont, que llegaba del campo y quedó cautivado por su belleza y encanto. Durante una noche se enamoran, pero el destino tiene otros planes. La hostilidad y los prejuicios de la familia de clase media de Alfredo palidecen ante una amenaza mucho más oscura para su felicidad: un secreto fatal que Violetta puede ocultar pero del que nunca podrá escapar. La traviata de Verdi causó escándalo cuando se estrenó en 1853. Que una ópera se ambientara en la época actual, con personajes realistas, ya era bastante chocante, pero también lo era su moralidad: la idea de que una “mujer descarriada” (“traviata”) pudiera mostrarse como una heroína cariñosa y valiente, era más de lo que cierto público podía aceptar. La adaptación de La dama de las camelias de Dumas no empezó a crecer en popularidad hasta más tarde. Hoy en día, la historia del romance fatídico de Alfredo y Violetta es una de las óperas más queridas. Es una obra original y lacrimógena (y muchos dirían que la más grande de su tipo), cuyo contraste de amor juvenil, glamour (con números como “Sempre libera” de Violetta y la pegajosa “Brindisi”) e inquietante tristeza, la han convertido en una constante en los grandes teatros de ópera.