- SELECCIÓN EDITORIAL
- 2006 · 4 piezas · 25 min
Sinfonía n.º 8 en fa mayor
Op. 93
La Octava de Beethoven es la más compacta de sus sinfonías, pero no por ello es pequeña en espíritu. Cuando al compositor le dijeron que había sido peor recibida en concierto que la Séptima, se dice que respondió: “¡Eso es porque es mucho mejor!”. Probablemente estaba a la defensiva: ¿Hay alguna sinfonía “mejor” que la Séptima? A pesar de las proporciones relativamente esbeltas de la Octava sinfonía y sus homenajes medio irónicos al clasicismo de Haydn y Mozart, sigue siendo muy original y está llena de sorpresas maravillosas. Ninguno de los primeros movimientos de Beethoven hace un uso tan llamativo de los contrastes rápidos entre volumen y suavidad, y el tic-tac metronómico del segundo es desafiado con brusquedad hasta el punto en que casi se desmorona. En lugar de su scherzo habitual, Beethoven presenta su tercer movimiento como un minueto, pero se trata de uno que ha sido despojado de su antigua elegancia cortesana y se ha sumergido de lleno en una alegría tosca de cervecería. El apresurado final tiene una tendencia ligeramente alarmante a desbaratar su propia maquinaria, provocando algunas extrañas y fascinantes distracciones. Se ha dicho que la Octava es una sinfonía para gente conocedora, pero en realidad no se necesita entendimiento técnico para apreciar su ingenio, sólo la resolución de escucharla más de una vez.