Como su coetáneo J. S. Bach, Handel era ante todo un músico de teclado, pero su habilidad con el violín es evidente en algunas de las sonatas para el instrumento más bellas del Barroco. Esta integral, que incluye además movimientos sueltos de otras piezas, pone en primer plano la fluidez melódica de las partituras, reflejo de su larga experiencia en la ópera. El violinista Bojan Čičić y el clavecinista Steven Devine demuestran una energía infatigable en su deliciosa lectura de la HWV 358, mientras que los movimientos lentos de la HWV 371, que Handel terminó poco antes de morir, adquieren una intensidad arrebatadora.