Shostakovich: The Piano Concertos & Solo Works

Si buscas descubrir al compositor soviético del siglo XX Dmitri Shostakovich en su faceta más ingeniosa, cálida y traviesa, sus dos conciertos para piano, de 1933 y 1957, son magníficos puntos de partida. A diferencia de gran parte de su música de esos períodos, estos conciertos parecen esquivar la crítica al régimen soviético mientras conservan buena parte de la personalidad musical del compositor. Desde el romanticismo exuberante hasta las travesuras desenfrenadas, su estilo brilla con autenticidad. “El Concierto para piano n.º 1 irradia alegría y energía, y cuenta con unos maravillosos solos de trompeta”, comenta la pianista Yuja Wang, quien interpreta ambas obras junto a la Orquesta Sinfónica de Boston con una energía desbordante y una conmovedora profundidad emocional, especialmente en el segundo movimiento del Concierto para piano n.º 2. Sin embargo, el Concierto para Piano n.º 1 tarda en mostrar su carácter juguetón. La obra comienza con unos melancólicos compases iniciales que, tras un desarrollo gradual, finalmente dan paso a las diversiones circenses que lo caracterizan. “Shostakovich es un poco como Mahler”, explica Wang a Apple Music Classical. “A veces siente la necesidad de equilibrar el sentimiento y la belleza con el sarcasmo, o incluso un toque de ironía mordaz, por así decirlo”. Andris Nelsons asegura que la interacción entre piano, orquesta y trompeta se desarrolla en un plano de igualdad. Lleva al primer plano detalles minuciosos como el gruñido del contrabajo del movimiento inicial, el chispeante pizzicato de las cuerdas y los delicados arabescos del piano. Estos elementos vuelan y revolotean bajo las descaradas intervenciones de la trompeta. La rivalidad entre trompeta y piano resulta un auténtico deleite. “Los solos de trompeta en el primer concierto son algunos de los más elocuentes y musicales jamás escritos”, afirma Wang. “Para el último movimiento, el piano realmente ya está harto de su exhibicionismo y le hace un corte de mangas en forma de clúster de acordes. Puedes tocar ese acorde con cualquier parte del cuerpo para lograr esa burla. Todo el pasaje tiene ese inconfundible carácter de circo”. El galopante viento madera que abre el Concierto para Piano n.º 2 revela una obra igualmente vivaz, aunque algo menos frenética en conjunto. Mantiene la misma tensión rítmica durante toda la pieza, y Wang aporta contrastes dinámicos dramáticos a la parte solista del piano, compuesta por Shostakovich para su joven hijo Maxim. El segundo movimiento evoca el romanticismo ruso del siglo XIX. “La escritura para cuerdas es quizás la música más puramente hermosa que jamás compuso Shostakovich”, señala Wang. “El lado humano de esta música proviene de un lugar tan profundo que su poder edificante y sanador resuena de manera primaria con nuestra psique”. El movimiento final avanza a toda velocidad, imparable hasta el acorde final, con su parodia incluida de ejercicios pianísticos. Cada nota aparece definida con nitidez pero ejecutada con increíble energía, y la diversión resulta palpable. Wang concluye el programa con una selección de los 24 Preludios, Op. 34 y los 24 Preludios y Fugas, Op. 87 de Shostakovich. Sus interpretaciones son hipnóticas, desde el vertiginoso “Preludio, Op. 34 n.º 5” hasta la breve y nerviosa fuga que lleva este álbum a un final demoníaco pero triunfante.