Das Lied von der Erde

“La canción de la Tierra”

En el verano de 1907, Mahler se encontraba en estado de shock. A la traumática muerte de su adorada hija María, de apenas cuatro años, le había seguido el diagnóstico de una afección cardíaca, un duro golpe para un hombre tan activo como él. Fue entonces cuando un amigo le regaló la antología La flauta china, basada en una serie de antiguos poemas en los que un intenso y casi desesperado amor por la vida se contrapone a la conciencia de su terrible fragilidad. Al año siguiente, comenzó a trabajar en lo que denominó una “sinfonía-canción”, Das Lied von der Erde (La canción de la Tierra), cuyos seis movimientos trazan una conmovedora progresión espiritual desde el nihilismo hasta la resignación, pasando por la soledad y la celebración de la belleza para terminar en el éxtasis. Pese a que había alcanzado ya cimas espirituales y sondeado inmensas profundidades antes de esta obra, el abierto enfrentamiento a sus miedos y tristezas logró que Mahler mostrase una inédita concentración emocional e intelectual acompañada de un exquisito refinamiento técnico. Su paleta sonora orquestal posee aquí una delicadeza y una claridad poco comunes, mientras que la escritura vocal para contralto y tenor solistas es sencillamente gloriosa, gracias a una inspirada elección de palabras que responde tanto a los matices de los textos alemanes de la época como a todo lo que él mismo había escrito con anterioridad. El largo movimiento final, “La despedida”, deja claro por qué esta es considerada casi unánimemente como su obra cumbre.

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