- SELECCIÓN EDITORIAL
- 1988 · 5 pistas · 1 h 20 min
Missa solemnis en re mayor
La misericordia divina y la redención de la humanidad son los dos elementos esenciales de la misa tridentina. Beethoven adaptó por primera vez el texto sagrado en 1807 y coronó el movimiento final con música que sugiere que las plegarias han sido atendidas. Casi dos décadas después, su Missa solemnis, una obra monumental en la que invirtió cinco años, socava cualquier esperanza de paz en la tierra al son de trompetas marciales y llega a poner en duda la mera posibilidad de salvación eterna. El gran peso sonoro de la partitura, los súbitos contrastes dinámicos y las fugas vertiginosas son terriblemente exigentes, especialmente con el coro, como si Beethoven quisiera ilustrar el duelo creativo contra la enfermedad. La lucha se hace más intensa en las partes tradicionalmente alegres de la misa, magnificada por el coro y la orquesta en el “Gloria” y la abrumadora fuga “Et vitam venturi” del “Credo”. A pesar de su imponente escala, la Missa solemnis suena en ocasiones como una comunión privada con Dios. “Desde el corazón, que vuelva al corazón de nuevo”, escribió el compositor en la primera página de la partitura autógrafa. El “Kyrie” termina con una exigencia indignada de misericordia y el “Credo”, afirmación fundamental de la Santísima Trinidad, bien podría pasar por una oda a la humanidad. En el polo opuesto, “Et incarnatus” y el luminoso “Et homos factus est” transmiten una devoción profunda por el Dios vivo.
- 1990 · 5 pistas · 1 h 11 min