Un fabuloso conjunto de músicos con instrumentos históricos arroja luz sobre la Roma de finales del siglo XVII y principios del XVIII, cuando la prohibición de la ópera por parte de la Iglesia obligó a los compositores a escribir cantatas, oratorios y motetes que reflejaban la grandiosidad y sofisticación del género proscrito. La versión de Sandrine Piau de la sublime “Queste lagrime, e sospiri” del oratorio de Stradella San Giovanni Battista es un buen ejemplo. Otra manera de sortear la prohibición papal eran las cantatas seculares como Su le sponde del tebro de Scarlatti, que aquí aparece en una deliciosa (y poco habitual) versión completa. Concerto Italiano amplía el espectro estilístico con obras orquestales de Corelli y Handel, además de una hermosa chaconne de Muffat.