“Me encantan las composiciones juveniles. Pienso en las primeras obras de Bach, las primeras sonatas de Beethoven, los preludios de Messiaen. Es fascinante ver el talento único que hay desde el principio y lo rápido que se desarrolla”, comenta Angela Hewitt a Apple Music Classical. “Dejar de lado las sonatas para piano de Mozart es, por supuesto, totalmente ridículo. Estudiarlas de cerca nos proporciona horas interminables de alegría y asombro, y también muchos retos”, agrega la pianista canadiense, respondiendo a los comentarios de cierto modo desdeñosos que se han hecho sobre estas obras tempranas del compositor nacido en Salzburgo, con relación al mayor impacto que han tenido sus conciertos para piano. Ahora, Hewitt se ha determinado a hacerles justicia y demostrar su belleza grabándolas en su totalidad, un proyecto que en principio arroja este álbum con las primeras siete. “‘Traducir’ estas obras al piano moderno requiere ligereza y claridad de toque, un uso muy limitado del pedal de resonancia, mucho énfasis en la articulación y el fraseo, atención a las armonías y a los rápidos cambios de expresión que estas crean y, sobre todo, un bello tono de canto. La música para teclado de Mozart pide a gritos ser cantada, no punteada como en el clavicémbalo, por lo que la invención del fortepiano y su capacidad para imitar la cadencia de la voz humana debieron haberlo inspirado”, explica ella exhibiendo su conocimiento sobre las piezas que aquí recrea con la convicción que caracteriza a sus interpretaciones.