Women

Hay muchas razones por las que la música compuesta por mujeres debería interpretarse y valorarse más, y quizá la más poderosa de todas se encuentra en el nuevo álbum de Esther Abrami, Women. “La música es maravillosa; nos la estamos perdiendo”, dice la violinista francesa a Apple Music Classical. Su programa reúne obras poco conocidas que abarcan 800 años, desde un bello arreglo de música de Hildegard von Bingen hasta un concierto raramente interpretado de la compositora irlandesa Ina Boyle, del siglo XX, además del éxito de Miley Cyrus “Flowers”. La última pista, Transmission, es de la propia Abrami, y su título hace referencia a cómo la música se transmite a las futuras generaciones. “Varias niñas me han dicho que están llevando esta música a sus docentes, diciendo que quieren tocarla”, añade. “Y creo que, si logramos que se enseñen estas piezas y que, al menos, el alumnado quiera aprenderlas, ese es un camino maravilloso para lograrlo”. Con tantas partituras aún por descubrir, de distintas épocas, géneros y países, ¿cómo eligió Esther Abrami las 14 obras de su álbum? “Escuché muchísimas piezas compuestas por mujeres, y hubo ciertas melodías que realmente me hicieron sentir algo. Me enamoré de ellas en cuanto las escuché”. Un ejemplo es el Concierto para violín de Ina Boyle, una obra rapsódica y atemporal con tintes de canto folklórico. “Me encanta The Lark Ascending, de Vaughan Williams, y sentí ciertas similitudes en el concierto de Boyle”, comenta Abrami. “Tiene melodías hermosas y serenas, y una conexión con la naturaleza. Sentí que podría ser un concierto que la gente quisiera tocar e incluir en sus programas”. Pero Abrami tenía la intuición de que, bajo la superficie, había grandes historias esperando a ser contadas. Women trata tanto de las personalidades extraordinarias de estas compositoras como de su música. “Las mujeres que terminé incluyendo son aquellas cuya historia me pareció realmente inspiradora”, dice Abrami. Un ejemplo es la compositora brasileña Chiquinha Gonzaga, de finales del siglo XIX, cuya hermosa canción “Lua Branca” (Luna blanca) forma parte de una obra escénica más amplia. Gonzaga, como muchas mujeres de su época, fue desalentada de dedicarse a la música. “Su esposo la obligó a elegir entre la música y el matrimonio, pero, para su mala suerte, ella eligió la música, lo cual en ese entonces era una decisión escandalosa”. Y está también Pauline Viardot, cuyos talentos musicales, como cantante de ópera, compositora e intérprete, la colocaron en el centro de la vida cultural parisina del siglo XIX y en los círculos sociales de Chopin y su pareja, la novelista George Sand, así como de Gounod y Berlioz. Su canción “Hai luli!”, arreglada aquí para violín, arpa y quinteto de cuerdas, es prueba de su gran talento melódico. Abrami destaca también la conmovedora historia de Ilse Weber, quien estuvo recluida en Theresienstadt durante la Segunda Guerra Mundial antes de ser trasladada a Auschwitz, donde fue asesinada en 1944. “Weber compuso toda su música en Theresienstadt”, comenta Abrami. “Su esposo enterró sus partituras y las desenterró después de la guerra”. Se dice que Weber cantó su bellísima y desgarradora canción de cuna “Wiegala” a sus hijos mientras entraban juntos a las cámaras de gas en Auschwitz. Gracias a un evocador arreglo para violín y quinteto de cuerdas de Penelope Axtens, Abrami nos introduce en el universo de Hildegard von Bingen, abadesa, filósofa, médica, mística y compositora del siglo XII. La pieza Solitude es otro hallazgo, compuesta por la francesa Rita Strohl, del siglo XIX, quien se apartó por completo de la sociedad para concentrarse en su música. “Cuando hablamos de música que la gente no conoce, explica Abrami, creo que ayuda mucho que haya una historia detrás. Espero que este álbum aporte algo nuevo al repertorio para violín”.