Odyssey

Este álbum presenta tres coloridas obras latinoamericanas, todas compuestas para la Iniciativa Musical Panamericana que Gustavo Dudamel impulsó en 2021 como director musical de la Filarmónica de Los Ángeles. Dudamel describe la Iniciativa a Apple Music Classical como “un mensaje de unión, descubriendo los puentes y similitudes entre nuestra gente, nuestra música, nuestros paisajes y nuestras culturas”. Con su lanzamiento en 2025, el álbum también conmemora el 50 aniversario de El Sistema, el programa venezolano de educación musical para la infancia a través del cual el propio Dudamel se desarrolló como músico, y que llevó a la creación de la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar, dirigida por Dudamel en interpretaciones vibrantes y atmosféricas de las tres obras. En primer lugar, y la más significativa en términos de duración y variedad musical, está Odisea, el concierto de Gonzalo Grau para cuatro venezolano (una versión a menor escala de la guitarra estándar). Esta obra imagina un viaje desde la costa oriental de Venezuela, donde se encuentra el lugar de nacimiento del compositor, Cumaná, hasta la ciudad natal de Dudamel, Barquisimeto, en la región centro-occidental del país. En un movimiento continuo, la música transporta al oyente a través de episodios coloridos y bien contrastados, algunos con forma de danza y animados por la percusión manual (particularmente el ritmo golpe que aparece en varios momentos clave del concierto), otros cautivadores y atmosféricos. Esto culmina finalmente en la evocación de Grau del bullicio de una “encrucijada”, uno de los cruces de caminos de Venezuela donde los sonidos y ruidos de los vendedores ambulantes y los músicos chocan, anunciando efectivamente la llamativa cadencia en la que el solista, Jorge Glem, demuestra la extraordinaria versatilidad de su instrumento. Todo Terreno de Ricardo Lorenz, descrita por Dudamel como “un viaje por Venezuela en un coche muy viejo y rústico“, es aún más “fuera de lo común”. Como explica Dudamel, la música “muy virtuosa” de Lorenz encaja bien con su tema: “se siente el paisaje salvaje pero hermoso del viaje, conduciendo por carreteras que no son cómodas pero que te llevan a lugares mágicos, paradisíacos”. La percusión afinada y los metales se unen a las cuerdas que sobresalen en la partitura de Lorenz para sugerir tanto los sobresaltos del terreno accidentado como los estimulantes ritmos de danza de la región. Por último, tenemos Danzón No. 9 del compositor mexicano Arturo Márquez, que va más allá de su propio país para referirse a un antiguo baile de salón cubano. La obra es un torrente de color orquestal y ritmo latinoamericano, una estruendosa fanfarria inicial que da paso a un oasis de calma que muestra el dominio de Márquez de la atmósfera sutil. El drama del comienzo regresa pronto, antes de que surja un tema magnético y arrollador que forma el centro de la pieza, con ritmos y sonidos callejeros que crecen en intensidad a su alrededor. Dudamel dice que su relación con Márquez “se remonta a mi infancia” cuando era violinista: “Recuerdo estar en la Orquesta Nacional Infantil de Venezuela, y en uno de estos talleres tocamos esta música de un compositor mexicano llamada Danzón No. 2. Estaba enamorado. Todos nos enamoramos. Fuimos atraídos por la belleza de la música de Arturo Márquez”. “Márquez y yo tenemos una hermosa amistad también debido a su compromiso con la educación musical, con la transformación social a través de la música”, continúa Dudamel, “y creo que este Danzón es una celebración de eso”. Este es, con seguridad, el espíritu de este álbum, junto con su alegría por la vida que evoca el color y la pasión de la herencia latinoamericana que Dudamel comparte tanto con estos compositores como con quienes los escuchan.