Brahms: Symphony No. 2 in D Major, Op. 73 & Symphony No. 4 in E Minor, Op. 98

No es común que las interpretaciones de Brahms evoquen a Mozart. Sin embargo, esto sucede a menudo en estas elegantes interpretaciones del director Edward Gardner y sus músicos de Bergen, ya sea en su fraseo bien definido y nunca pesado, o por los sonoros conjuntos de instrumentos de viento madera. En la sinfonía más alegre de Brahms, la No. 2 en re mayor, Gardner mantiene la música fluyendo, de modo que, incluso en el lento segundo movimiento (“Adagio non troppo”), es fácil apreciar la forma de las largas frases musicales de Brahms y notar cuándo no concluyen como se anticipaba. Por otro lado, el tercer movimiento, un scherzo, evoca a Tchaikovsky, otro admirador de Mozart, en su estilo ágil y ligero, casi de ballet. En un contraste magistral, se percibe un verdadero sentido de triunfo cuando la orquesta completa entra en el final, recordando a Mozart en su manera más festiva y elegante. En la Cuarta sinfonía, Gardner honra el homenaje de Brahms a la grandeza disciplinada de Bach con una interpretación que pone en primer plano la lógica formal y estructural de la obra, sin caer en la idea de que una sensibilidad romántica lucha contra estas restricciones del estilo barroco. No obstante, la interpretación también capta los momentos verdaderamente desconcertantes de la obra, como el regreso muy lento del tema de apertura del primer movimiento, donde Gardner y sus músicos destacan la frialdad de la partitura para el conjunto de instrumentos de viento madera de Brahms en ese pasaje.