- SELECCIÓN EDITORIAL
- 1984 · 3 piezas · 8 min
Concierto para violín en fa menor
RV297, Op. 8/4 · “Invierno de las cuatro estaciones”
Los cuerpos tiemblan, los dientes castañean y la piel se pone de gallina con la estremecedora disonancia de ritmos que introduce “Invierno”, el concierto final del ciclo musical anual de Vivaldi. El movimiento de apertura, “allegro non molto”, queda atrapado entre la aparentemente congelada música a una sola nota y los frenéticos estallidos de fuerza lanzados por el solo de violín, soplando a través de la textura en ráfagas irregulares. Este movimiento se contagia a la orquesta que, repentinamente galvanizada, recoge la energía de su solista, transformándola en un baile intenso. Pero el invierno no es sólo sufrimiento. El movimiento largo es lento y goza de calidez y satisfacción. Una melodía simple en el solo de violín descansa sobre un lecho de cuerdas punzantes. Su brillo palpitante sugiere no sólo el golpeteo insistente de las gotas de lluvia en el exterior, sino también un fuego parpadeante en el interior. En el allegro final, la lluvia ahora está congelada, engañosa bajo los pies. El violín solista lidera el camino una vez más, deslizándose cromáticamente, con cualquier armonía de anclaje casi eliminada. Los violines orquestales continúan tímidamente, pero su cautela no es suficiente ya que las escalas descendentes hacen que la gente se vaya de espaldas. Aquí también se puede encontrar belleza, como se escucha en el dulce tema central de la orquesta: un momento de calma antes de que el solo de violín lleve al conjunto a un salvaje juego musical de persecución. Acerca de Las cuatro estaciones Una repentina tormenta primaveral. El calor perezoso del verano. Canciones y bailes de la cosecha (y la bebida que los alimenta). E incluso el frío del viento invernal que hace castañear los dientes. Las cuatro estaciones de Vivaldi es un vívido retrato de un año en la vida del campo, pintado a través de su sonido. Publicado en 1725, este grupo de cuatro conciertos para violín son las obras iniciales de una colección más grande, El concurso entre la armonía y la invención, pero siempre se han destacado por sí mismos: música descriptiva en una era de abstracción, cine musical hecho mucho antes que el propio cine. Descartadas en su día por verse como simples trucos o innovación salvaje, estos retratos sonoros tardaron más de 200 años en encontrar su lugar en el repertorio habitual de conciertos.