Tocata y fuga en re menor
La floritura de apertura es de las más emblemáticas en la música para órgano. Pero se ha debatido si BWV 565 fue escrita originalmente para este instrumento y si es realmente una obra de Bach. La opinión académica está dividida. Una corriente sospecha que una composición de violín original se esconde bajo la parte de la figuración. Otra reconcilia cualquier característica atípica al atribuir la pieza a la juventud del autor y la exuberancia estilística de un compositor obstinado que quizá aún no tenía 20 años. A diferencia de la Tocata y fuga en re menor BWV 538 (conocida como Dorian), el preámbulo de esta pieza evita el contrapunto en favor de una improvisación, que valora las pausas cargadas y los atrevidos golpes de efecto retórico. Después de tal libertad, la fuga, por definición, es más circunscrita. Pero incluso aquí, el hervor del contrapunto corteja la extravagancia con trinos extendidos, efectos de eco y una declaración de pedal solista. Lo más llamativo de todo es una sección final que pretende crear una tormenta de fuego perfecta y similar a una tocata.