- SELECCIÓN EDITORIAL
- 2010 · 5 piezas · 28 min
Partita n.º 2 para violín en re menor
Con su “Allemanda” robusta, “Corrente” saltarina, “Sarabanda” afligida y “Giga” fluida, la Partita en re menor se ajusta impecablemente a lo que se espera de ella, mientras la secuencia de danza consagrada de la Suite francesa se desarrolla con determinación. Lo que sucede a continuación, sin embargo, es inesperado y abrumador. Bach corona una estructura ya imponente con un conjunto de 64 variaciones, gradualmente íntimas, confiadas, exuberantes y virtuosas. La “Ciaccona”, construida sobre un patrón armónico recurrente, enunciado inicialmente en acordes angustiosos, se organiza en tres párrafos extensos en torno al consuelo de una sección central en re mayor que se vuelve cada vez más animada. En retrospectiva, es como si todo en la Partita hubiera conducido a este movimiento. La “Sarabanda” no sólo prefigura aspectos de sus preocupaciones armónicas, sino que señala algunas de las melódicas. La “Giga”, en un largo 12/8, evita robarle el protagonismo a la “Ciaccona” manteniendo un contorno suave. Las pistas dispersas a lo largo de la obra y consagradas en ciertas referencias del coro sugieren que hay un subtexto relacionado con la Pasión de Cristo. Pero puede ser que, escrita después de que Bach volviera de un viaje y descubriera que su mujer había muerto y ya estaba enterrada, la “Ciaccona”, llena de pensamientos sobre la muerte y resurrección, también sirva como un fúnebre mausoleo a su memoria. Acerca de las partitas y sonatas para violín solo de J.S. Bach Aunque podría decirse que Bach fue el mejor teclista de su época, su carrera comenzó como violinista. Prefería dirigir la orquesta de Köthen desde la sección de cuerdas y, gracias a su amistad con músicos de la talla de Westhoff, entendió el instrumento a la perfección. Se puede deducir cuán profunda era su comprensión a partir de los Seis solos para violín sin acompañamiento de bajo que se reunieron en un manuscrito fechado en 1720. Estas piezas, cumbres de la tradición violinística alemana, se inspiran en la evolución italiana. Se trata de tres Partitas que reconocen la soberanía de la danza de las Suites francesas y de tres Sonatas que siguen la línea de la “Iglesia” italiana, alternando movimientos lentos y rápidos.
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