Tristan und Isolde

En el mar oscuro, un barco solitario transporta a un caballero obediente y a una novia rebelde. Sir Tristán escolta a la princesa Isolda para casarse con el rey Marco de Cornualles. Pero la pareja tiene su propia historia; en las profundidades de la desesperación descubren una pasión más fuerte que el honor, las convenciones sociales y la vida misma. “Como en mi vida nunca disfruté la verdadera felicidad del amor, levantaré un monumento al más bello de todos los sueños, dentro del cual, de principio a fin, el amor se verá realizado por completo”, dijo Richard Wagner. Y en su narrativa operística del viejo romance de Tristán e Isolda (1865) logró exactamente eso. En el proceso, adoptó la filosofía de Schopenhauer y prácticamente redibujó el sonido de la música occidental. El preludio de la ópera comienza con una pregunta callada, sin palabras; y una respuesta no resuelta: el tan famoso “acorde de Tristán”. A través de sus épicos tres actos, los amantes experimentan un inimaginable éxtasis y un impensable sufrimiento. Un sentimiento de anhelo inagotable aparece en cada nota para ser únicamente resuelto en el final trascendental de “Liebestod”. Enormemente influyente, intensamente hermosa y siempre dispuesta a formular preguntas tanto profundas como peligrosas sobre el poder destructivo de un amor sin límites, Tristán e Isolda tiene el poder de perturbar y transportar a quien la escucha. Muchas personas sienten que penetra profundamente en su subconsciente: indeleble, cautivadora e imposible de ignorar.