- SELECCIÓN EDITORIAL
- 2012 · 4 piezas · 40 min
Cuarteto de cuerdas n.º 7 en fa mayor
Cuando los tres cuartetos de Beethoven encargados por el conde Andrey Razumovsky y dedicados a él se estrenaron en Viena en 1806, fueron aclamados como un hito en el género. En ninguna parte esto es más evidente que en el Cuarteto de cuerda n.º 7 en fa mayor (el primero del conjunto). Su apertura allegro recuerda a la de la Sinfonía Heroica, con su riqueza temática y su complejidad motívica, el desarrollo alcanzando un poderoso clímax y la coda desenvolviendo aún más su contenido hasta un final decisivo. Todavía más radical es el “Allegretto vivace”, un diseño de composición completa más cercano a la estructura de una sonata que a un scherzo y que emerge completamente de la tartamudeante idea rítmica que se paseó entre los instrumentos al principio. Marcado como “molto e mesto” (muy lento y triste), el adagio tiene una elocuencia expresiva que es intensa incluso para Beethoven. Si esto tiene algún propósito conmemorativo explícito (como lo hace el movimiento lento de la Heroica), sigue sin estar claro. Un atrevido y fantástico vuelo del primer violín conduce directamente al allegro final, que se basa en una melodía popular rusa no identificada (a petición de Razumovsky), cuya energía y optimismo desenfrenados se transportan hasta el gozoso final.