- SELECCIÓN EDITORIAL
- 2005 · 4 piezas · 44 min
Sinfonía n.º 1 en do menor
Atribulado por la expectativa de producir una obra que ampliara el monumental legado sinfónico de su gran predecesor Beethoven, Johannes Brahms dedicó 21 años a componer su Sinfonía no. 1. Estrenada en Karlsruhe en 1876, la obra no satisfizo en un principio al exigente compositor, por lo que la sometió a extensas revisiones antes de acceder a publicar su partitura. Sin duda, la sombra de Beethoven le resultó abrumadora. Compartiendo la misma tonalidad central de do menor que la aclamada Quinta de Beethoven y siguiendo una trayectoria emocional similar desde su agitación hasta el triunfo final, la Sinfonía no. 1 abunda en otras alusiones beethovenianas. La más evidente es la gloriosa melodía de cuerdas del cierre, que rinde homenaje a la afamada “Oda a la alegría” de la Novena de Beethoven. A pesar de estas conexiones superficiales, la Sinfonía no. 1 es una obra indudablemente de su tiempo, así como una aportación totalmente original y profundamente romántica al género. Las perturbadoras armonías que dominan el primer movimiento y que regresan con mayor vehemencia al final proyectan un carácter casi demoníaco. No menos notables son la calidez y pasión del “Andante sostenuto”, con su largo solo de violín, y el comportamiento relativamente relajado del “Un poco allegretto e grazioso”, un intermezzo lírico que sustituye a los scherzos rítmicamente dinámicos, más favorecidos por predecesores suyos como Schumann y Mendelssohn.