- SELECCIÓN EDITORIAL
- 1977 · 4 piezas · 46 min
Sinfonía n.º 5 en mi menor
La Sinfonía no. 5 (1888) de Tchaikovsky es una celebración del triunfo sobre la adversidad. La obra abre con una melodía tranquila e insistente, un motivo que simboliza el destino. Esto reaparece en cada movimiento, pero se transforma gradualmente a medida que el compositor toma el control de las cosas y encuentra su camino. Tchaikovsky tuvo dificultades para empezar a trabajar y no estaba seguro de cómo proceder. Propuso una narrativa en la que la lucha contra el destino da forma al primer movimiento. Abandonó posteriormente esa idea, pero la siguió explorando dentro de una sinfonía con una estructura más tradicional. El primer movimiento se aleja gradualmente del tono sombrío en el motivo del destino y se acerca a una cúspide alegre. El segundo movimiento lento se abre con un agridulce solo de corno, una de las melodías más conmovedoras del ruso. Aunque la música se torna más animada poco a poco, con temas más intensos impulsados por el oboe y luego el clarinete, el tono reflexivo se mantiene. El tercer movimiento es un vals, similar a los de los ballets de Tchaikovsky. La orquestación es particularmente delicada, con los ritmos del vals generados por las cuerdas más bajas que tocan pizzicato. El tema del destino aparece como un recuerdo siniestro y parcialmente olvidado en el segundo y tercer movimiento. Sin embargo, al comienzo del final vuelve al centro del escenario, ahora transformado de una sombría tonalidad menor a una triunfante mayor. El cierre es emocionalmente complejo, tranquilo y melancólico en algunos pasajes, a la vez que salvaje y exuberante en otros. Por último, el clímax es tajante, como una despedida alegre y animosa.