Los ricos timbres de la orquesta de cuerda son a menudo ideales para el tono apasionado, nostálgico y melancólico de la música rusa. El director y violinista Yuri Zhislin reunió algunas de las obras de cámara rusas más suntuosas en sus propias versiones para cuerda. Entre ellas, encontramos el segundo Cuarteto de cuerda n.º 2 (String Quartet No. 2) de Arensky, una exuberante partitura de inspiración folclórica, y el anhelante segundo movimiento del de Borodin, una melodía arrebatadora que se hizo famosa como canción en el musical de Broadway de 1953 Kismet. En manos de Zhislin, la conmovedora belleza del poco escuchado primer cuarteto de cuerda de Tchaikovsky y el prodigioso “Vocalise” de Rachmaninoff cobran vida con nuevos colores. Finalmente, los nuevos arreglos para viola del Concierto para saxofón (Saxophone Concerto) de Glazunov rescatan una obra maestra injustamente olvidada.