Como graduado en ciencias e ingeniería y pianista de renombre internacional, Hayato Sumino pertenece a ese grupo relativamente raro de personas que se sienten en casa tanto en las artes como en las ciencias. Su álbum debut es algo aún más inusual. Incluye música de Debussy, Fauré, Purcell, Bach y más (muchas en hermosas reinterpretaciones), junto con nuevas obras inspiradas en la música del pasado y piezas originales que tocan el corazón. Cada pieza está impregnada de una belleza genuina y un profundo sentido de asombro; la interpretación de Sumino posee una cualidad especial, difícil de definir pero siempre presente en su ternura, su reverencia por el sonido y, sobre todo, su honestidad emocional.
No es de extrañar, si consideramos las múltiples influencias que forman parte de la fascinante historia de Hayato Sumino. “Cuando era joven, me daba miedo mezclar la música clásica con otros géneros”, comenta a Apple Music. “Por eso usé un nombre diferente, Cateen, para mis videos en YouTube. ¡Ni siquiera mostraba mi cara al principio! Pero ahora pienso que es una de mis fortalezas, y a la gente le resulta interesante. Porque nadie hace eso de tocar música clásica, improvisar y componer música en todos estos estilos diferentes. Siempre quise hacer algo diferente”.
Aunque Sumino comenzó a tocar el piano a los tres años, la música pasó a un segundo plano frente a sus estudios en ciencias de la computación. Obtuvo una maestría en la Escuela de Posgrado en Ciencias y Tecnología de la Información de la Universidad de Tokio antes de mudarse a París, donde realizó investigaciones de posgrado en procesamiento de información musical e inteligencia artificial en el Instituto de Investigación y Coordinación Acústica/Música (IRCAM). Los videos caseros de éxitos de Studio Ghibli y Super Mario se convirtieron en una vía para mostrar sus habilidades al teclado, y le valieron una gran cantidad de seguidores en las redes sociales. Su gran oportunidad como intérprete de música clásica llegó en 2021, en el Concurso Internacional de Piano Frédéric Chopin en Varsovia, donde su interpretación en la primera ronda encantó al público y desde entonces ha registrado más de seis millones de visitas en YouTube.
“Siempre siento, cuando toco, como si estuviera hablando”, indica. “No soy una persona muy habladora, pero, de alguna manera, puedo ser más ‘conversador’ cuando toco el piano. Y cuando escucho la grabación de un pianista legendario, digamos de Rachmaninoff tocando, suena realmente como una conversación natural. Eso es lo que siempre quiero lograr en el piano”. Gracias a su toque sutil y fraseo fluido, Sumino también ha dominado el arte de producir un tono de canto en el piano. “Creo que la cuestión es cómo puedo sentir que el piano es parte de mi cuerpo. Tiene que ser algo natural. El sonido debe salir de mi cuerpo, así que trato de conectar lo más posible con el piano. Hay muchas técnicas para eso. Pero, ¿cómo lo diría? Es difícil de explicar. Casi desde que nací, lo hago de manera natural, instintivamente”.
El sentido de Sumino por los colores sonoros y su poder para provocar una multitud de respuestas emocionales puede ser innato, pero lo cultivó durante sus años escolares al arreglar piezas de big band, obras sinfónicas clásicas y bandas sonoras de películas. Sus propias composiciones casi siempre comienzan como improvisaciones, a partir de las cuales desarrolla las ideas más fuertes. “Para Human Universe, quería que la pieza comenzara con 11 tiempos. Así que primero surgió el concepto, y luego improvisé sobre él. Y las tres piezas Nocturne están basadas en mis improvisaciones en diferentes ciudades del mundo: ‘Pre Rain’ fue compuesta en invierno, en Corea del Sur; hacía mucho frío, entre la nieve y la lluvia, así que la pieza refleja algo de eso. 'After Dawn' proviene de mi ciudad natal en Japón, donde vi salir el sol mientras lidiaba con el jet lag. E improvisé 'Once in a Blue Moon' en el sur de Francia, en plena campiña”.
Pianos de cola y verticales encuentran su lugar en Human Universe. Ambos instrumentos están presentes en In Paradisum de Fauré y en el arreglo de Sumino del Boléro de Ravel, con fieltro colocado entre algunas de las cuerdas y martillos del piano vertical para modificar su sonido. “Como investigador científico, siempre estás revisando lo que otras personas han hecho antes y tratando de encontrar algo nuevo”, señala Sumino. “Y ahora que soy músico, mi mente está influenciada por lo que experimenté cuando era investigador, tratando de encontrar algo nuevo basado en el trabajo del pasado. Para mí, cuando expreso música, siempre pienso en cómo puedo expresar algo más que simples sentimientos humanos”.
“El título del álbum tiene dos significados. Se trata del ser humano en el universo y del universo en el ser humano. Quería que expresara mi universo interior. Espero que las personas sientan que son llevadas a un mundo diferente, algo que no pueden sentir en su vida cotidiana”.