- SELECCIÓN EDITORIAL
- 1983 · 4 piezas · 35 min
Sinfonía n.º 8 en do menor
Op. 65 · “Estalingrado”
La Séptima sinfonía de Shostakovich, conocida como “Leningrado”, lo convirtió en un héroe de guerra. Sin embargo, la Octava, escrita dos años después en 1943, tuvo un destino muy diferente. Al parecer, Shostakovich había logrado convencer a algunas autoridades de que las representaciones de violencia y dolor eran aceptables, siempre y cuando tuvieran una resolución optimista. Pero la Octava sinfonía es pura tragedia, desde su colosal y sombrío primer movimiento hasta su final apacible y enigmático. En un principio, la recepción de la sinfonía fue de alguna manera discreta. Sin embargo, después del fin de la Segunda Guerra Mundial, las autoridades soviéticas volvieron a ejercer control sobre sus artistas. Cuando Shostakovich fue denunciado como “antipopular” en 1948, la Octava fue señalada como un síntoma de todo lo que había salido mal, tanto en su música como en la música soviética en general. Esta opinión prevaleció en la URSS hasta mucho después de la muerte de Stalin en 1953. No obstante, hoy en día se la considera como uno de los logros más destacados de Shostakovich. No era la primera vez que el compositor expresaba emociones traumáticas en su música, ni la mezcla de desolación, amargura, ironía y sarcasmo era nueva en sí misma. No obstante, esta sinfonía se destaca por su excepcional estructura, otorgándole al drama una magnífica inevitabilidad y un poder catártico asociados a la tragedia griega.