Compuesta originalmente en los años 30, con otro quinteto para piano en mi menor, el Quinteto para piano de Florence Price fue una obra muy cercana a su corazón. Lo revisó a principios de 1952, un año antes de morir, pero sólo fue descubierto en 2009 entre varios manuscritos que se quedaron en el ático de su casa de verano que en ese entonces se encontraba en ruinas.
El Cuarteto Takács y el pianista Marc-André Hamelin abordan la música con vida propia y valentía, desde su inicio hasta el inicio con una melodía de espíritu narrativo. Hamelin, un par de minutos después, aporta la cantidad exacta de carácter a la lírica melodía de Price, especialmente en la segunda.
Esta interpretación es conmovedora, pues demuestra que hay evidencia en el corazón palpitante, en el segundo movimiento “Andante con moto” y en el ritmo de danza contagioso de la siguiente “Juba”.
Dvořák, el denominado padrino del estilo musical nacional estadounidense, llega efectivamente a la cima con su radiante interpretación del Quinteto para piano No. 2. El violonchelo de András Fejér marca el tono de esta hermosa obra, con una inquietante melodía que abre el álbum con Dvořák antes de sumergirnos en la acción del ligero “Scherzo” y el optimista “Allegro” cierra el álbum con broche de oro.