Concierto para piano n.º 1 en mi menor

Op. 11, B. 53

Frédéric Chopin y el piano eran inseparables. El instrumento fue su confidente toda la vida, además del medio con el que expresó sus pensamientos más íntimos. Está presente en cada una de las 250 piezas que compuso a lo largo de 30 años de creatividad, en las que pueden encontrarse desde las miniaturas solistas más delicadas hasta conciertos que destilan virtuosismo y fuerza emocional. Su Concierto no. 1 en mi menor de 1830 (escrito después, aunque publicado antes de su Concierto no. 2) se concibió como una tarjeta de visita musical para Viena, con la esperanza de conquistar la capital austriaca. Aunque las cosas no salieron como pretendía y eventualmente se estableció en París. Sin embargo, en Varsovia Chopin era el hombre del momento. El 11 de octubre de 1830 interpretó públicamente su Concierto no. 1 luego de un exitoso estreno privado y, pese a su intolerancia natural a las grandes audiencias, declaró: “No estaba nervioso en lo más mínimo y toqué como lo hago cuando estoy solo”. La dedicatoria iba dirigida al compositor y maestro del piano Friedrich Kalkbrenner (1785-1849), a quien Chopin admiraba por su forma sutil de tocar. El corazón de la obra es el romance central, escrito para la soprano Konstancja Gładkowska, con quien Chopin intercambió anillos antes de abandonar Polonia para no volver jamás. Esto se compensa con dos movimientos exteriores cargados de emoción. Su final está basado en la danza polaca krakowiak, que combina una habilidad intensa con momentos de suave reflexión.

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