Cuarteto de cuerdas n.º 3 en si bemol mayor
El sentido del humor de Brahms puede ser brusco, pero también puede ser afectuosamente juguetón, y es este último lado el que emerge en el Cuarteto de cuerda n.º 3 (compuesto en 1875). Brahms se lo dedicó a un amigo que tocaba el violonchelo, Theodor Engelmann, pero le señaló en una carta que, irónicamente, no había solos de violonchelo y que el tercer movimiento “Agitato” destacaba a la viola, que tiene un solo “¡tan tierno que por eso bien puedes cambiar de instrumento!”. Brahms también reveló que la música era una especie de retrato de la esposa de Engelmann: “¡Muy bonita, pero ingeniosa!”. Las mujeres eran importantes para Brahms, aunque nunca tuvo lo que hoy llamaríamos una relación “seria”. Aunque invoca a Beethoven en los cuartetos Primero y Segundo decididamente en tono menor, aquí el espíritu es mucho más parecido al de Mozart y Haydn: tierno, ocasionalmente melancólico, aunque con un sentido de diversión que prevalece al final. Y si bien el violonchelo no tiene solos, es un elemento clave en el conjunto.