- SELECCIÓN EDITORIAL
- 2018 · 4 piezas · 30 min
Sinfonía n.º 39 en mi bemol mayor
Las últimas tres sinfonías de Mozart (números 39-41) fueron compuestas durante el verano de 1788. El motivo exacto por el cual Mozart creó tres obras ambiciosas en un periodo tan breve es un misterio, aunque parece que estaban destinadas para una serie de conciertos en Viena. Aun cuando la personalidad de estas tres sinfonías es distinta, juntas se complementan y crean un balance. La Sinfonía no. 39 en mi bemol mayor data del 26 de junio de 1788 y es la única de las tres que empieza con una introducción lenta que combina la solemnidad del Barroco con el drama del prerromanticismo. Le sigue un “Allegro” que inicialmente despeja la tensión para después revelar que la distancia entre alegría y ansiedad puede ser muy corta, capaz de cambiar con una simple variación de color armónico, un acento o modulación. La ambivalencia entre lo serio y la jocosidad continúa en el “Andante con moto”. Sólo en el momento final hay una sensación de alegría enteramente desprovista de sombras. El “Menuetto” pierde protagonismo ante un “Trío” en el que los clarinetes interpretan una idealizada danza vienesa. Mozart concluye la sinfonía con un vivaracho “Allegro” basado en el astuto desarrollo de un solo tema.