Hildegard von Bingen

Nacida cerca de la ciudad alemana de Alzey en 1098, Hildegard von Bingen fue una de las creadoras más importantes de la Edad Media. Consagró la mayor parte de su vida a la Iglesia, lo que le proporcionó la libertad de movimientos necesaria para crecer como compositora, poeta, dramaturga y naturalista. Hacia el año 1150 fundó su propio convento benedictino en Rupertsberg, cerca de Bingen, acontecimiento que conmemoró en “O Jerusalem Aurea Civitas”. Como abadesa, se hizo célebre por sus profecías y milagros, pero también por sus habilidades diplomáticas, y fue consultada por papas, emperadores e intelectuales hasta su muerte en 1179. Dos manuscritos alemanes conservan 76 de sus canciones y la milagrosa obra Ordo Virtutum, todas anotadas como líneas melódicas simples (la notación rítmica aún no se había inventado). Los cantos están concebidos a gran escala, y son más amplios y largos que los tradicionales. También varían en estilo, desde lo más silábico (“O Viridissima Virga”) hasta melodías estratosféricas con elaborados melismas que se corresponden con su brillante imaginería (“Ave Maria, O Auctrix Vite”).