Sinfonía n.º 6 en fa mayor

La Sexta de Beethoven destaca por varias razones. Primero, cuenta con un título (Pastoral) y los nombres de sus cinco movimientos sugieren la presencia de un programa. La melodía suena más expansiva y menos determinada que en sus sinfonías anteriores y relaciona la música con las experiencias de Beethoven durante sus atesoradas vacaciones de verano, al norte de Viena. Además, hay detalles inolvidables de ilustración sonora: cantos de pájaros, la alegría de la gente del campo, el murmullo de un arroyo y, finalmente, una terrible tempestad. Para Beethoven, “era más una manera de sentir que de pintar con las tonalidades” y la progresión está diseñada de forma tan magnífica como en sus otras sinfonías: desde la jovial contemplación de escenas rurales hasta el drama más elemental y la gratitud por la fortaleza y consuelo que ofrece la naturaleza. Dicho esto, las imágenes pintorescas son conmovedoras y las texturas que surgen son hermosas y emocionantes de una manera distinta al resto de su obra. Vale la pena recordar que el responsable de estos sonidos maravillosos ya había quedado sordo y se apoyaba en sus recuerdos, algunos distantes, para lograr revivirlos en su música. Por lo tanto, esta sinfonía de Beethoven que es menos heroica en términos convencionales cuenta una historia de valentía interna tan impresionante como sus creaciones más épicas. No sorprende que hasta el día de hoy sea una de sus más aclamadas.