Gnossiennes
Debussy completó en 1899 sus Nocturnos, una suite orquestal de tres movimientos que, tal y como él mismo explicó, no guardaba relación alguna con las obras homónimas de Chopin, sino que estaba inspirada en una serie de pinturas del artista estadounidense James McNeill Whistler. “El título no se refiere tanto a la forma habitual del Nocturno como a las diversas impresiones y efectos especiales de la luz que la palabra sugiere”. En el primer movimiento, “Nuages”, las cambiantes secuencias de acordes suaves para cuerdas y viento contrastan con una lúgubre figura repetida de cuatro notas, interpretada por el corno inglés. La idea se le ocurrió a Debussy mientras contemplaba el firmamento desde un puente sobre el Sena, y evoca el aspecto inmutable del cielo y el lento movimiento de las nubes. En el brillante mundo sonoro de “Fêtes”, una banda militar encarnada por la sección de metales, se acerca desde la distancia y desfila con un vibrante ritmo pleno de color orquestal. Finalmente, llega “Sirènes”, movimiento en el que un coro femenino representa el seductor canto de las sirenas mientras la orquesta hace lo propio con las olas del mar, iluminadas por la luz de luna.