Concierto para piano n.º 1 en re menor

Op. 15

La génesis del Concierto para piano n.º 1 de Brahms está íntimamente ligada a su amigo Robert Schumann. Cuando los compositores se conocieron en septiembre de 1853, Schumann predijo acertadamente que su colega era el sucesor natural de Beethoven. Apenas tres años después, Schumann murió en el manicomio al que le había llevado un tibio intento de suicidio en las aguas del Rin. Brahms, profundamente afectado por la tragedia, había comenzado a trabajar en una sonata para dos pianos que pronto se transformó en una sinfonía y, finalmente, en un concierto para piano que compartía elementos con ambas. Solo el primer movimiento original llegó a la versión final, un triunfo sinfónico en re menor cuya angustiosa intensidad y emoción desbordada dan idea de su turbulento estado mental por entonces. Después añadió un adagio concebido, según el compositor reconoció años después, como un retrato musical de Clara Schumann, viuda de Robert y confidente del alemán. El deslumbrante “Allegro non troppo” final rinde homenaje al Concierto en re menor K. 466 de Mozart, otra obra desgarradora. Aunque hoy es un clásico del repertorio, el estreno de 1859, con el propio Brahms como solista, tuvo una acogida de lo más gélida.

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