Sleep
No hay nada a lo que dediquemos más tiempo que a dormir, y es esta fascinante actividad la que se plasma en el álbum conceptual de ocho horas y media de Max Richter. El compositor colaboró con el neurocientífico estadounidense David Eagleman mientras componía Sleep, y las 31 piezas resultantes reflejan cómo funciona el cerebro en los ciclos naturales del sueño. Al igual que el propio acto de dormir, el álbum es una misteriosa paradoja, ya que, pese a estar concebido para escucharse de noche, la música relajante alimenta una quietud onírica que resulta igualmente tentadora a la luz del día. El característico sonido de Richter, que aúna cuarteto de cuerda, piano, órgano, voz y electrónica, resulta apacible, profundo y celestial, con un violonchelo de paso glacial en “Dream 19 (pulse)” y envuelto en cálidos sonidos electrónicos y cuerdas expansivas en “nor earth, nor boundless sea”. El eco de las voces de “Non-eternal” está suspendido en el tiempo, mientras que el movimiento de la línea de bajo de “never fade into nothingness” parece mover montañas. Pero no hay que dejarse engañar por las vibraciones tranquilizadoras y suaves que incitan a quien lo escucha a ceder al sueño, Sleep es tan radical como cualquier otra de las obras de Richter.
