- SELECCIÓN EDITORIAL
- 2012 · 4 pistas · 43 min
Sinfonía n.º 4 en fa menor
Op. 36, TH27
Tchaikovsky escribió su Sinfonía n.º 4 para celebrar el triunfo de la alegría sobre el poder opresor del destino, entre 1877 y 78, años de luces y sobras para el compositor, quien acababa de casarse a pesar de su homosexualidad. La relación fue un fracaso de proporciones catastróficas que terminó en depresión y en intento de suicidio. Afortunadamente, el nuevo mecenazgo de Nadezhda von Meck, a quien dedicó la partitura, lo ayudó a superar la crisis. La sinfonía comienza con la llamada de las trompas, que Tchaikovsky asociaba con el tema del destino de la Sinfonía n.º 5 de Beethoven. La frase se repite a lo largo del primer movimiento e impone su mensaje oscuro sobre los temas más luminosos que la acompañan. Una suave melodía de oboe introduce el segundo movimiento entre el lamento y la resignación, evocando lo que Tchaikovsky describió como la melancolía que nos embarga al final del día. El “Scherzo” avanza con el impulso del pizzicato de las cuerdas y representa, en palabras del compositor, “las primeras fases de la intoxicación”, que sueltan las “riendas de la imaginación”. Las maderas y los metales invocan imágenes fugaces que van de las canciones festivas a los pasos de un lejano desfile militar. El tema principal del “Finale” es una canción popular rusa transformada en una espectacular pieza orquestal. El tema del destino regresa, pero la energía luminosa de la música desemboca en un triunfal estallido.