Concierto para piano n.º 2 en si bemol mayor

Op. 83

Dos décadas después de terminar su Primer concierto para piano, Brahms comenzó a trabajar en el segundo, en 1878. Lo dejó a un lado para escribir su Concierto para violín y luego volvió al Segundo concierto para piano, completándolo en el verano de 1881. Las alusiones sinfónicas son claras, incluida la vasta grandeza de su arquitectura en cuatro movimientos, con un “Scherzo” en segundo lugar, pero en muchos sentidos se trata de música de cámara para fuerzas ampliadas. Brahms se basó en la experiencia perfeccionada con sus cuartetos de piano, el Quinteto de piano y el Trío con trompa (más evidente en la apertura). El lenguaje es romántico, personal y reflexivo. Por otro lado, la escritura para piano es incluso más desafiante, pero menos evidente que en el Primer concierto para piano, mostrando la evolución de la relación de Brahms con el instrumento, desde el atletismo juvenil para la exhibición pública hasta un medio más íntimo de contemplación privada. El primer movimiento, que comienza con un diálogo lírico entre trompa y piano, despliega una red de ideas interconectadas. Asimismo, el “Scherzo” en re menor rebosa bravura. La sección en clave mayor del trío también nos recuerda la importancia de la música barroca para Brahms. El maravilloso movimiento lento de cámara, enmarcado por un expresivo solo de violonchelo, encuentra al piano embelleciendo más que presentando el material temático, que incluye una cita de la canción de Brahms “Todessehnen” (Anhelo de muerte), escrita tres años antes. El final es un rondó intrincado y danzante con un toque de ligereza que contrasta con lo monumental de los dos primeros movimientos.

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