- SELECCIÓN EDITORIAL
- 2005 · 4 pistas · 44 min
Sinfonía n.º 1 en do menor
Op. 68
Con la expectativa de producir una obra que ampliara el monumental legado sinfónico de su gran predecesor Beethoven, Johannes Brahms dedicó 21 años a componer la primera de sus sinfonías. Ni siquiera el éxito del estreno de 1876 en Karlsruhe aplacó las dudas y la autocrítica del compositor, quien la revisó en profundidad antes de autorizar su publicación. La sombra de Beethoven es evidente desde la primera escucha. La tonalidad en do mayor y la trayectoria emocional entre la confusión y el triunfo final remiten inevitablemente a la Sinfonía n.º 5, mientras que la gloriosa melodía final de las cuerdas es un claro guiño al “Himno a la alegría” de la Sinfonía n.º 9. Sin embargo, a pesar de todas las conexiones superficiales, esta es música completamente original y refleja el contexto del romanticismo más que sus precursores. Las armonías angustiadas que dominan el primer movimiento y regresan con mayor vehemencia en el último, proyectan una intensidad casi diabólica. Igual de memorables son el cálido “Andante sostenuto”, con su extenso solo de violín, y la relativa placidez del “Un poco allegretto e grazioso”, un interludio lírico que reemplaza los scherzos rítmicos popularizados por Schumann y Mendelssohn.