Sinfonía n.º 6 en la menor

“Trágica”

Mahler había contemplado la idea de llamar a su Sinfonía no. 6 (1904) “Trágica”, pero sabiamente cambió de opinión. Oscuramente apasionada, catastrófica y desolada, la sinfonía habla por sí misma. La única controversia en cuanto a su contenido gira en torno a cuál era el tipo de tragedia que Mahler tenía en mente. Para su amigo, el director de orquesta Bruno Walter, era puro pesimismo y desesperanza. Otros la han interpretado como una oscura profecía de los horrores que ocurrirían en el siglo XX. Para el biógrafo del compositor, Michael Kennedy, la tragedia en cuestión era más cercana al concepto de la Grecia antigua: catártica, que eleva el espíritu incluso, y de un control formal absoluto. Quizás la verdad sea una combinación de todas estas apreciaciones. La Sexta es la más clásica en sus proporciones y la más integrada de todas las sinfonías de Mahler. Marca nuevos estándares para el virtuoso y colorido uso de sus fuerzas orquestales que incluyen celesta por primera vez en una sinfonía, cencerros y para su final colosal, un martillo gigantesco que retrata los golpes del destino. La otra polémica asociada a esta obra es el orden de los dos movimientos del medio, un “Scherzo” siniestro y un “Andante” pastoral, sobre el cual Mahler cambió de opinión al menos dos veces. No existe una respuesta definitiva, excepto mantener la mente abierta a todas las posibilidades. De cualquier forma, la Sexta sinfonía conmueve de una manera devastadora.

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