Gustav Mahler

Para un judío no era fácil ascender socialmente en la Austria de finales del siglo XIX, especialmente si procedía de una familia humilde de una ciudad remota del este. Sin embargo, en su corta vida, Gustav Mahler llegó a ser considerado como uno de los mejores directores de orquesta de todos los tiempos y, más tarde, como uno de los compositores más originales, apasionados y proféticos de la tradición clásica. Aunque obtuvo un gran éxito como compositor de ópera, optó por expresar sus pensamientos y sentimientos mediante canciones, sobre todo mediante sinfonías. Según sus propias palabras, la sinfonía tenía que “abarcarlo todo”, y sus enormes lienzos orquestales, que a veces incluían voces solistas o grupales, sobrepasaban los límites de lo que antes se consideraba expresable en la música. La Sinfonía n.º 8, conocida como “Sinfonía de los mil”, resultó un éxito colosal en su estreno en 1910, suponiendo para el compositor el reconocimiento que tanto ansiaba. Ese mismo año descubrió que su adorada esposa y musa, Alma, tenía una aventura, lo que debilitó su ya frágil corazón. Murió al año siguiente, poco antes de cumplir 51 años.